lunes, 26 de marzo de 2018
Consideraciones sobre ti y otras distancias
La distancia siempre ha querido
que yo la recuerde con desdicha,
con esa alegría agridulce y
monocromática
del que ve detrás de una vitrina
todo lo que se desea sin poder
conseguirlo
de recordarla como un acontecimiento
no documentado,
como una especie de accidente trágico
que se evitó.
Pero su recuerdo
casi replicando la teoría de Darwin,
ha encontrado la forma
de adaptarse a todas las versiones
de la distancia.
Y es que nunca los kilómetros
podrán talar el bosque de su sonrisa,
que el Amazonas es solo un plagio del mundo
a su boca,
y créanme que esos paisajes
no se olvidan nunca,
tanto así que
quisiera ponerle tu nombre
a todas las calles de Santiago.
Aunque vaya,
eso sería deshonesto,
primero con esta ciudad
que no me pertenece
y me adopta
y luego contigo
porque ninguna ciudad
le hace justicia
a tu sonrisa.
Supongo que en el fondo
tu eres mi Atlántis,
mi propia civilización
perdida,
y bajo esa tragedia
voy por la vida
intentado replicarte
en todas las cosas
que miro.
Y eso significa, desde luego,
que voy creando collage con tus formas,
con tu figura frágil y llena de furia,
que entrar a un bar a la una menos cuarto
es lo mismo que entrar
al lobby de tu entrepierna,
y he perdido la cuenta de cuantos café
se me parecen a tu espalda semidesnuda.
Pero tu también eres habitante
antes que ciudad
y te fuiste al descubrimiento de tu propia
civilización que no es mi cuerpo
y ahora eres más felicidad
que kilómetros
que puentes imaginarios
de melancolía,
ahora tu mirada es un letrero
de bienvenida
de otra ciudad
de la que, irremediablemente.
la habita otro
que no soy yo.
lunes, 19 de marzo de 2018
Puede ser
A lo mejor al final solo seamos esto:
un mensaje sin responder de una
conversación olvidada.
Los te echo de menos guardados en el
bolsillo roto del desencuentro
tu risa acústica colándose
a mitad de una expresión que otro no
entendería
nuestro aroma flotando en el ascensor de
una calle sin nombre
La fotos en modo sepia del viaje que nunca
hicimos
dos jauría de signos de interrogación
ladrandonos
detrás de la nuca
cuando el día pasa deprisa y la noche
espantada
le cuesta conciliar el sueño
y tus ojos casi en relieve
son como esas canciones que no supe sus
nombres
pero aun sigue sonando
en mi cabeza.
Si.
Quizás a lo mejor solo seamos esto
y escribirte sea
como donar un megáfono
a una concentración
de mudos.
un mensaje sin responder de una
conversación olvidada.
Los te echo de menos guardados en el
bolsillo roto del desencuentro
tu risa acústica colándose
a mitad de una expresión que otro no
entendería
nuestro aroma flotando en el ascensor de
una calle sin nombre
La fotos en modo sepia del viaje que nunca
hicimos
dos jauría de signos de interrogación
ladrandonos
detrás de la nuca
cuando el día pasa deprisa y la noche
espantada
le cuesta conciliar el sueño
y tus ojos casi en relieve
son como esas canciones que no supe sus
nombres
pero aun sigue sonando
en mi cabeza.
Si.
Quizás a lo mejor solo seamos esto
y escribirte sea
como donar un megáfono
a una concentración
de mudos.
lunes, 5 de marzo de 2018
De ti y otros deseos
Como la bolsa de té
que hace un momento atrás
hacía apnea en tu taza,
yo, poco a poco,
voy hundiendo
mi lengua filosa
entre tus piernas,
mientras las paredes
alrededor
se van retorciendo
estrepitosamente
marina profunda,
de cascabel y veneno;
mientras tu boca
agitada y tibia
reproduce en estéreo
el sonido lánguido
de tus onomatopeyas,
hasta que tu figura
mortal y frágil
va flotando poco a poco
por toda la habitación,
como si de tus gemidos
emergiera repentinamente
el genio azul de mi lámpara
y yo, ignorando las cantidades,
siempre a ti.
que hace un momento atrás
hacía apnea en tu taza,
yo, poco a poco,
voy hundiendo
mi lengua filosa
entre tus piernas,
mientras las paredes
alrededor
se van retorciendo
estrepitosamente
como lo hace tu cuerpo,
tu cuerpo de ola
marina profunda,
de cascabel y veneno;
mientras tu boca
agitada y tibia
reproduce en estéreo
el sonido lánguido
de tus onomatopeyas,
hasta que tu figura
mortal y frágil
va flotando poco a poco
por toda la habitación,
como si de tus gemidos
emergiera repentinamente
el genio azul de mi lámpara
y yo, ignorando las cantidades,
te termine deseando
siempre a ti.
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El día que recorrí Caracas encima de su cuerpo
Cuando pienso en esa ciudad agitada llena de furia, recuerdo también tus ojos gitanos devorando, uno a uno, todos mis mie...
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