martes, 30 de enero de 2018

Corazón carrusel



Un día me dijeron
que ella tenía el corazón
como los glaciares
del Polo Norte.
Así que fui y le hice un
traje de esquimal
a la medida de su tristeza.

Luego me dijeron
que su corazón era un tieso cadáver,
un occiso en descomposición.
Así que fui y estudié ciencias forenses
y en la autopsia de sus ojos desnudos
hallé un colibrí que me cantó su nombre.


Después me dijeron
que su corazón era un libro de terror de Stephen King,
una novela negra y agridulce.
Así que fui y me dediqué a abrirla
de punta a punta,
a leer con detalle
la historia oculta de sus labios
el prólogo honesto de sus gestos comunes,
y casi al final de su páginas finales,
hallé pétalos púrpura de su sonrisa,
y el libro de terror
se convirtió en un Libro de Neruda.

Ahora, tiempo después,
me dicen que su corazón es un carrusel
un carrusel que brilla y gira constantemente
sin parar.
Yo, terco como siempre,
corrijo:
Su corazón no es un carrusel,
todo ella, sin discriminación,
es el parque de atracciones de mi vida.

Ella me ha dicho que huya



Ella me ha dicho que huya,
que corra sin mirar atrás hasta un lugar seguro,
porque el mundo le ha convencido que es un monstruo de carne y polvo
sin futuros ni garantías,
de garras largas y falda corta,
de labios carmesí y escote homicida
que entre sus piernas hay una guillotina
de flores y lujuria
que desangra
dejando los cuerpos malheridos
como una cajetilla de cigarros tirada en
un callejón de bares.

Soy un monstruo - advierte de nuevo-
sólo puedes huir o herirnos,
y ya son tantas las heridas que se me han
cicatrizado que insisto nuevamente:
Huye.

Y en efecto seguí su consejo,
corrí, corrí con todas mis fuerzas
pero en dirección opuesta a sus advertencias,
y como un mago que devela el truco
despojé el antifaz falso de sus creencias
y me hundí suavemente en sus ojos turbulentos
de furia y rabia
como un barco que se adentra directo al corazón de la tormenta perfecta,
y todo mito de su bestialidad desapareció:
de todas las criaturas que el mundo había inventado ella era la más hermosa
y yo, yo el más afortunado
de haberla descubierto.

Por eso le escribo con ternura
y le acaricio la tristeza con mi poesía,
porque aún hay gente que apuesta a señalarla con terror
y yo, que no me asusto tan fácil
me reniego a no quererla tercamente
cada día.

A propósito de mi ausencia


Hoy he sido un cuerpo en piloto automático,
de los que ves en el autobús o 
en el metro con la mirada distante,
de los que sonríen a media asta cautelosos
de no agitarse mucho y hacer espuma,
una especie de cascarón en movimiento,
una nave espacial sin tripulantes,
la carátula de un álbum sin disco
asomado en un estante de un bazar cualquiera
y entre el gesto automático de un estoy bien
y mi risa descafeinada sin azúcar
he podido disimular esta ausencia invisible,
esta ausencia sin sentido de mis sentidos,
la no moción de mis emociones,
cada vez que me distraigo de mí mismo,
y caigo en cuanto que más que lejanía
que más que el letargo de mis gestos estéril
solo ando buscando desesperadamente
tus ojos
por todos lados.

lunes, 29 de enero de 2018

Yo era feliz


Yo era un cuerpo en reposo,
inerte por la rutina de Santiago.
Era feliz - desde luego -
pero de una manera tan frágil que dolía,
sentía que caminaba sobre una capa de hielo delgada,
y en el fondo podía ver mi reflejo
desdibujado acechandome.

Yo era mis parpados cansados
que caían antes que el reloj marcara las once menos cuarto,
una mirada distante en alguna estación del metro en hora punta
queriendo ser salvada,
¿De mi mismo? - tal vez -

Yo era un ascensor vacío casi cerrandose;
un libro de poesía nuevo que ni siquiera había ojeado,
un saldo negativo alineado a la derecha, las compras, un resumen de gastos,
el calendario con sobregiro de lunes,
un bucle repetitivo de una escena en blanco y negro.

Pero llegaste,
aparatosamente llegaste,
como llega la lluvia en un día soleado y escandaloso.
Y desde entonces
todos los trenes que conectaban mi desdicha se han detenido,
las calles de Santiago me recitan fábulas y cuentos sobre tu nombre,
y giran y giran en orden aleatorio
como en un film de Nolan.

Mi cuerpo se ha transformado en el estruendo 
de una tormenta tropical cuando me miras,
y puedo oír el eco de tu voz resonandome en el pecho.

Las cuentas no me cuadran,
los versos me sobran
y en la garganta me crece un jardín de locura si te pienso.

Pero aclaro,
les juro que antes de ella
yo era feliz - en efecto -
como es feliz un pirómano
en un mitin de bomberos.

Equis y Ye

Se supone que al principio yo era un tipo equis, y tu una tipa ye.
Unidos por meras circunstancias, sin un interés mutuo premeditado.
Se supone que luego, esas mismas circunstancias nos empujaron, poco a poco, a resolver mi equis y tu ye.
En el proceso tu llegaste al resultado de que yo tenía un par de cosas en común contigo, y yo descubrí que eres un caso fuera de lo común. Nada grave.
Después mis ganas de besarte, ese temblor resonante en la boca del estómago.
Hasta ahí, seguía suponiendo que era normal, pero después vino el deseo y con él todo el caos absoluto. Tensión sexual, me apure a bautizarlo sin mucho alboroto, y seguí vistiéndome con ese traje de fulano improvisado. 

Se supone que luego te leí y me leíste, y pasamos de ser fulano y zutana con par de números iguales, a curarnos les heridas leyéndonos con honesta ternura. Lo normal, supongo. 
Luego me quedé sin números y sin cuentas, y llegaron las metáforas que brotaban de tus ojos, que inundaron todas las habitaciones en donde me escondía de la rutina. 
Pero ahora, ahora no es miedo a despejar la ecuación,  a inventar formulas que hagan justicia a tu nombre, a resolver la alquimia de si besarte o no besarte, o a que velocidad mínima mi cuerpo intentará hundirse en el tuyo sin alterar la naturaleza de nuestro entorno. 
Ahora lo difícil es no sentir, es ponerle el bozal a esta bestia que me ladra en el pecho cuando te veo.

domingo, 21 de enero de 2018

Desastre

#1
Barcelona, Venezuela
8:45 pm.

Yo: A veces pienso que hay algo mal en mi...
Ella: ¿Por qué?

Yo: No lo se, pero creo que estoy perdiendo facultades para querer. Me cuesta ser cariñoso. Mejor dicho, me cuesta ser realmente cariñoso con alguien sin sentirme comprometido.

Ella: ...Hmm
Yo: Siento que últimamente nada me conmueve o me emociona demasiado. Es como si inconscientemente me he puesto un tope a la hora de dar afecto. Como si yo mismo me saboteára la capacidad de querer a alguien despreocupadamente. Es una mierda, pero extrañamente me siento tranquilo ante eso. Claro, es una tranquilidad que aburre. Pero las mujeres que me actualmente me gustan provocan en mí solo eso: un gusto. Quizás antes eso hubiese sido suficiente para que mi cuerpo evidenciara todo mi interés hacia ella. Pero ahora es distinto. Necesito que agiten mi vida de arriba a abajo como un huracán que cuando pasa arrasa con todo y solo deja un desastre. Eso quiero. Yo soy un pueblo en calma esperando su propio huracán, su propio desastre.
Ella: No me molestaría, que por esas razones, me llamaras Desastre.

El día que recorrí Caracas encima de su cuerpo

Cuando pienso en esa ciudad agitada llena de furia,  recuerdo también tus ojos gitanos devorando,  uno a uno, todos mis mie...