martes, 30 de enero de 2018
Ella me ha dicho que huya
Ella me ha dicho que huya,
que corra sin mirar atrás hasta un lugar seguro,
porque el mundo le ha convencido que es un monstruo de carne y polvo
sin futuros ni garantías,
de garras largas y falda corta,
de labios carmesí y escote homicida
que entre sus piernas hay una guillotina
de flores y lujuria
que desangra
dejando los cuerpos malheridos
como una cajetilla de cigarros tirada en
un callejón de bares.
Soy un monstruo - advierte de nuevo-
sólo puedes huir o herirnos,
y ya son tantas las heridas que se me han
cicatrizado que insisto nuevamente:
Huye.
Y en efecto seguí su consejo,
corrí, corrí con todas mis fuerzas
pero en dirección opuesta a sus advertencias,
y como un mago que devela el truco
despojé el antifaz falso de sus creencias
y me hundí suavemente en sus ojos turbulentos
de furia y rabia
como un barco que se adentra directo al corazón de la tormenta perfecta,
y todo mito de su bestialidad desapareció:
de todas las criaturas que el mundo había inventado ella era la más hermosa
y yo, yo el más afortunado
de haberla descubierto.
Por eso le escribo con ternura
y le acaricio la tristeza con mi poesía,
porque aún hay gente que apuesta a señalarla con terror
y yo, que no me asusto tan fácil
me reniego a no quererla tercamente
cada día.
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